Fue a principios de la década de los 50 cuando, huyendo de los elevados precios de la vivienda en Manhattan, diversos colectivos empezaron a buscar nuevas fórmulas para vivir. De la necesidad, virtud, comenzaron a transformar espacios dedicados hasta entonces al uso industrial, haciéndolos habitables. Nacía así un estilo, el industrial, y una tipología de vivienda, el loft, que siguen plenamente vigentes a día de hoy.

En 70 años todo evoluciona y este estilo también lo ha hecho de la mano de los  materiales naturales. Los pisos de cemento, los muros de ladrillo a la vista y las vigas metálicas dejan paso a otros materiales como la madera o la piedra. Un ejemplo de cómo este estilo ha ido variando sin perder su personalidad es el proyecto de Dorothy Junkin en un apartamento de Nuevo York.

En esta vivienda de dos plantas al estilo loft destaca, por un lado, por el uso de la madera. En una planta inferior totalmente diáfana, es el material que aporta calidez al espacio. Ejemplar es su uso en pisos y, sobre todo, en vigas de madera envejecida, una estética vintage que enriquece el proyecto.

Más evocador aún es el uso de la piedra, que aporta serenidad gracias a sus vetas naturales. En la planta inferior, la piedra protagoniza las piezas más destacadas de mobiliario, ya sea como bloques sólidos en las mesas auxiliares o como finas láminas en la mesa del comedor principal. Del mismo modo, es el material elegido para revestir encimeras y muros en la cocina, logrando un look único.

Único es también el cuarto de baño principal. Una composición casi simétrica de láminas de mármol en blanco y negro sirve de lienzo sobre el que reposa una bañera tallada de un bloque sólido de mármol. Una demostración más de que, gracias a la belleza de la piedra natural, el diseño se convierte también en arte.