Clientes, el punto inicial y primordial de todo proyecto. Es la visión del cliente la que se transmite al arquitecto y esta misma la que permite visualizar aun sin planos como podría quedar finalizado.

Cada uno es único, cada opinión es distinta, existen aquellos que prefieren algo sencillo y pulcro pero también están aquellos que prefieren demostrar su excentricidad soñando con un proyecto ostentoso. La tarea del arquitecto es conocer la personalidad de cada cliente,  ya que esta plasmará en su proyecto un toque de individualidad capaz de llevar una simple proyección a una estructura que el cliente sienta y pueda llamar su hogar.

Al cliente no debe dársele por sentado, hay que escucharlo ya que el primer contacto es el más importante. Es en este en el que podremos platicar con él, conocerlo y saber cómo es que lograremos actuar. En otras profesiones se hace únicamente lo que el cliente pide, en la arquitectura no es muy diferente ya que hacemos realidad los sueños del cliente pero también se le acompaña en un viaje, se le aconseja y apoya para aterrizar una idea.

El arquitecto, sabe cómo trabajar de la mano del cliente, sabe interpretarlo, algunos sabrán exactamente qué es lo que desean, algunos otros dudarán e incluso habrá quienes confíen completamente en el arquitecto, guiarlos de la mejor manera es el reto a vencer.

La visión, la experiencia e incluso la sensibilidad llevan al arquitecto a comenzar su trabajo, poco a poco tomará forma para así cumplir con las expectativas, la misión es cumplirlas lo más apegado posible a la idea del cliente.

El contacto con el cliente es un proceso que se guía paso a paso, el primer contacto, una plática, el bocetaje, el inicio del proyecto, luz, ambientación, vegetación,  todos se complementan. Ningún proyecto será el mismo pues cada uno presentará nuevos retos capaces de explotar las capacidades de cada arquitecto hasta llevarlo a crecer.